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La competencia entre Starlink y Qianfan marca una nueva era en la exploración y el uso del espacio. Foto de : ist
Los dos países compiten para llenar la órbita de la Tierra con miles de satélites, creando una «megaconstelación» que promete acceso global a Internet y conecta todos los rincones del mundo.
Sin embargo, detrás de estas aspiraciones tecnológicas hay crecientes preocupaciones reales sobre su impacto en la astronomía y la seguridad espacial.
Starlink: el pionero de Internet por satélite de SpaceX
La compañía espacial de Elon Musk, SpaceX, ha estado liderando la carrera con su ambicioso proyecto Starlink. Con más de 6.000 satélites orbitando la Tierra, Starlink ha cambiado la faz de Internet global.
Esta red satelital proporciona acceso a Internet de banda ancha a áreas remotas y rurales a las que antes no se podía acceder mediante la infraestructura de Internet convencional.
Qianfan: la respuesta de China a Starlink
Para no quedarse atrás, China lanzó su propia respuesta con el Proyecto Qianfan (también conocido como G60). Desarrollada por Shanghai Spacecom Satellite Technology (SSSD), se prevé que la megaconstelación esté formada por casi 14.000 satélites que proporcionen servicios de Internet y multimedia en todo el mundo.
El lanzamiento de los primeros 18 satélites de Qianfan en agosto de 2024 marca el comienzo de las ambiciones de China de rivalizar con el dominio de Starlink.
Competencia por la supremacía espacial
La competencia entre Starlink y Qianfan refleja la competencia más amplia entre Estados Unidos y China por el dominio en diversos campos, incluidos la tecnología y el espacio. Las megaconstelaciones de satélites no sólo ofrecen un enorme potencial económico, sino que también tienen implicaciones estratégicas en los sectores militar y de seguridad nacional.
Amenazas astronómicas
Sin embargo, la proliferación de satélites en órbita terrestre está generando preocupación entre los astrónomos. Miles de satélites que reflejan la luz solar pueden interferir con las observaciones astronómicas, creando «contaminación lumínica» que bloquea la visión del universo por parte de los científicos.
Aparte de eso, hay muchos otros impactos a considerar. Por ejemplo, sobre la seguridad espacial. El creciente número de satélites aumenta el riesgo de colisiones y crea desechos espaciales que pueden dañar a otros satélites e incluso a la propia estación espacial.
Aunque las megaconstelaciones prometen acceso universal a Internet, existe la preocupación de que esta tecnología en realidad amplíe la brecha digital entre los países desarrollados y en desarrollo.
Luego, las megaconstelaciones de satélites también plantean interrogantes sobre la soberanía de Internet y el control sobre los flujos globales de información.
(y)
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